miércoles, 24 de febrero de 2016

Sueños de primera clase

Nací en una familia humilde enfrente de un espejo, mi alma gemela durante todos estos años. De la mano de ellos pude comenzar a andar y contemplar la vida. Con cuatro añitos comencé a soñar con asistir a mi primera clase en el colegio. Sueños repletos de luz, de infancia plagada de alegría. Los años allí no solo me demostraron que los sueños se cumplen, sino que es necesario vivir ciertas experiencias para poder realizarte como persona.

Siempre tengo presente un "We are the word, we are the children", un chandal de rayas laterales, un aroma clásico de bollería industrial aparejado con el recreo, un olor a pizarra y a madera, una escalera de piedra en forma de caracol, y muchos niños.Pasaban mis días rodeados de sonrisas, entre juegos inocentes, tardes de merienda y deberes y dibujos de fin de semana en televisión.  He combinado mis colegios, mi pueblo y mi barrio para encontrar la mezcla de gente que han hecho de mí la persona que soy ahora.

Y así pasan los años, y los juegos y meriendas se fueron transformando en fuegos y miradas, en adolescencia pura y dura. Capones, collejas, tirones de oreja y a alguno patada en los cojones. Carreras, escondites y besos furtivos despertaban mis hormonas al paso de una esbelta mujer en los años 80. Y las noches las pasaba hablando con mi espejo, contándonos las historias diarias, compartiendo las lágrimas y las risas; él lo ha sido todo para mí.

Aquí, hoy, a solas y a oscuras, añoro aquella vida sin maldad,  con amigos de los de verdad, y que alguno aún pertenece de un modo a otro a esta parcelita que ocupo en el mundo, mi mundo.Pienso en mis muchos aciertos y mis cuantiosos errores, alguno de ellos a tiempo de rectificar. Mis hijos, el mayor de mis motores. Mi madre, la clave de mi existencia. Mi padre, el único Dios en el que creo. Mi hermano, del que sigo aprendiendo. Y mi espejo, mi hermana, mi alma gemela, compañera fiel de mi vida.

Todavía despierta, repaso estos capítulos de mi vida con un trazo fugaz, eliminando detalles que quiero borrar. Entro despacio en un sueño profundo, donde todo se permite, donde yo estoy muy a gusto y donde se vive feliz. Me he despertado hace poco, con una llamada esperanzadora y un toque de atención, que se ha difuminado en muy poco tiempo, pero la que quiero que sea el principio de un nuevo caminar. Entre nervios y sueños, me vuelven a atrapar mis sábanas. Ellas son a veces cómplices de mis deseos y otras secan mis escondidas lágrimas, para que vuelva a tener sueños de primera clase.


César. 25/2/2016