martes, 28 de abril de 2009

Notas que vuelan

Nunca un pasillo tan corto ha tenido tanto recorrido en mi vida. Sobre la moqueta negra me deslizo sin caer y mantengo el equilibrio de mi cuerpo. Cansado, exhausto y dolorido, el peso del acordeón se clava en mi espalda. Son más de cuarenta años viajando en tren. Los acordes de mi voz necesitan volar por encima de la locución que anuncia una nueva parada. Los viajeros tararean en silencio, mientras se levantan, despacio, abandonan su fugaz evasión, y sonríen a mi lado, porque han comenzado “clavelitos” en Aluche y la han terminado en Embajadores.

1 comentario:

ILARA dijo...

Espero que no me ganes..
Aunque no sé si podré hacer algo compitiendo contigo.

Un abrazo