sábado, 29 de marzo de 2014

EL RECREO

Esta mañana fría he venido a tu casa para verte, para hablar contigo. Sé que no me recibirás al fondo de la entrada, que la puerta estará cerrada y que no balancearás la mano dando paso a mi coche. Hoy me paseo por tu recreo para intentar escucharte de nuevo, porque efectivamente, como bien siempre decías con tu coletilla “efectivamente”, te sigo echando de menos. Porque el tiempo sigue pasando, pero las personas quedan, y el dolor de tu ausencia se transforma en este bonito recuerdo en el que te brindo mi particular homenaje. El acorde alegre de las notas de un acordeón rodea el ambiente, al compás de varios niños siempre alrededor suyo. Partícipe de todo, un tío feliz, con humor, agradecido de la vida, siempre me has sonreído al verme llegar. Apretabas fuerte la mano al saludarme y te despedías con alegría cuando marchábamos. Con el mono de trabajo siempre puesto, al servicio de su familia, hablabas natural y mirabas adelante. Disfrutabas del merecido recreo que tú mismo construiste en el que ocho era igual a diez y quince eran veinte. Ahora hay huecos en mi vida con tu nombre, hay espacios en los que sigo viendo tu figura y silencios en mí día a día que relleno con tus palabras. Creo que nunca derramaré lágrimas suficientes para demostrar la rabia de tu pérdida. Llevo meses intentando dibujar estas palabras pero hasta ahora fui incapaz de hacerlo; los ojos borrados por llanto o la mano temblorosa de impotencia permitían derrumbarme al pensar en ti. Hoy, casi siete meses sin ti, no me consuelo con intentar ser feliz. Hoy, en las puertas del recreo, apoyado en la verja, dejo caer mi espalda hasta sentarme en el suelo. Las nubes grises amenazan lluvia y las gotas comienzan a repiquetear el cemento con un lento pero incesante ritmo. Me levanto sin ganas, me giro de nuevo hacia tu casa y sigo sin verte. Con la mano mojada deslizo mi dedo índice por cada azulejo repasando con fuerza cada letra de El Recreo. Regreso de nuevo al coche, y al refugio del sonido estridente de la lluvia contra el parabrisas, vuelvo a llorar.

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