domingo, 5 de abril de 2009

AL SOL DEL ERE




Después de mucho tiempo deseando unas largas vacaciones, el paro y el ERE me concedieron ese anhelado deseo. En aquella camilla acolchada aturdido por alguna sustancia, olvidaba el porqué de aquel despido. Tras una cortina azulona apareció ella con el disfraz que más me calentaba, y recordaba las palabras de mi amigo David, “piensa como los funambulistas, y no mires nunca hacia abajo”. Pero no pude evitarlo y me pudo el instinto asesino para acariciar su cabello con mis manos. ¿Cómo era posible no disfrutar de aquel momento? ¿Quién ha matado mi erección? Seguramente me emborraché antes de venir y no me acuerdo. Sudaba y lloraba de vergüenza, mi reputación de macho ibérico quedaría por los suelos, La intensa luz de la lámpara me cerraba los ojos para imaginar una explosión orgásmica que intentara levantar el vuelo de ese gorrión herido.
Señorita, ¿he terminado ya?, pregunté .
No, aún no caballero, y no sufra tanto que quedará como nuevo, contestó ella con amabilidad.

Ese fue el momento clave, porque puede ver sus deliciosos labios escondiendo unos dientes tan blancos como aquella luz cegadora, a la vez que volvía a bajar su cabeza entre mis piernas. Pero, ocurrió todo lo contrario a lo esperado, ya que había hincado sus dientes en mi preciado pene, y el aullido de dolor fue inmediato. Vuelvo a despertar, en una habitación de hospital, en la que un letrero decía ERE (Espacio de Rehabilitación de Enfermos).

Bueno macho, no ha sido para tanto, dijo mi madre. Total, de fimosis solo se opera una vez en la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Je je.
La dichosita fimosis... Me ha gustado, pero no disimulo que me gustaría leer lo que verdaderamente escondes ahí dentro estos días.

Como dijo Buenafuentes el otro día: "Ere, Ere".

Inma L.