jueves, 4 de junio de 2009

Ni una sola palabra



Sentado en el descansillo de la escalera, la espalda apoyada en la pared y las piernas estiradas como inmóviles, Julio permanecía quieto, impasible y abducido en sus pensamientos más tristes. Nunca más estaría al lado de su esposa, se había marchado para siempre, y se había quedado solo, sin nadie que lo quisiera, olvidado y repudiado. Sus manos negras tapaban su cara, y hacían aún más sucio su rostro picado, al mezclarse con las lágrimas que brotaban sin aparente sentimiento. Después de treinta años casados, y un par de veces escasas le dijo “te quiero”, no era suficiente para mantener su amor; incomunicado y absorto en su trabajo, se había olvidado por completo de Mariana. Acomodado a su vida, con todo hecho en casa, se limitaba a esperar, un plato en la mesa, una muda limpia, un beso leve cada noche, pero nunca una caricia y jamás un “te quiero”.
Lloraba sin parar, y sus manos subían juntas desde su cara hasta mesarse el cabello. ¿Porqué? Una y otra vez gritaba en medio de la oquedad del frío portal, ¿por qué tuviste miedo de dejarme, Mariana? Nunca tuvo un insulto para ella, nunca se ofendió con ella, nunca tuvo una mala palabra, pero tampoco una buena repleta de cariño. Mariana había rehecho su vida a espaldas de él y disfrutaba de una nueva ilusión que la mantenía viva.
Al bajar la cabeza, Julio pudo ver a Mariana por última vez. Ya no respiraba, ya no gritaba, no lloraba, no sufría. Yacía herida de muerte al final de la escalera. El empujón fue brutal y su muerte casi instantánea.
-Julio Rodríguez, queda detenido por asesinato de su esposa, Mariana Ledesma-

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tema espinoso el de la violencia de género... Nada justifica la violencia ni la muerte de una persona y mucho menos el amor....
Por que no hayan más víctimas....