sábado, 29 de marzo de 2008

El éxito

El éxito

Normalmente a las 8 ya está en su laboratorio. Después de una larga noche de tos y fiebre, Laura ha dormido menos que ninguno de su casa cuidando de su bebé. Ha cogido el coche y ha llegado en apenas cinco minutos a la empresa, tiempo suficiente para ir repasando en su mente cada hora de este nuevo día, conociendo con antelación cada detalle de esta larga jornada. Sus pensamientos se adelantan al presente, y alcanzan un peldaño más para tener todo previsto. Metódica, intenta aparcar siempre en el mismo sitio; ojos grandes y hermosos pero cansados, a la vista de todos feliz y risueña, tímida y sencilla. No le faltan los buenos días para nadie, es ejemplar y ante todo educada. Revisa su agenda, posible regalo de un amigo, sentada en su silla giratoria, se detiene para revisar el correo electrónico. Trabajo, trabajo, trabajo, amigos, chorradas, videos, pero no le faltan los saludos para la gente que quiere. Envía su primer correo, y comienza el trabajo, pero no deja de pensar en ellos; sus hijos, sus amigos, sus compañeros, su profesor, su madre, su padre. Ella no es lo primero, y busca el éxito en no defraudar a los demás. Te regala su orden, y comparte con todos su desorden. No se da cuenta y no es consciente que su éxito está logrado a base de eso, de ser excepcional.

Ha almorzado entre compañeros y tras el despertar de un café, la intensidad de su valor la desplazan a un mundo imaginario que le gustaría probar. La rutina y su inquietud no la permiten estar rígida en un mundo mediatizado y maquinado para ellos. Ha aprovechado su genial arte, en todos los sentidos, para cautivar amigos lejanos a los que esta morena de raza no ha pasado desapercibida. Seria pero divertida, madura pero locuela, Laura, es como todo artista; para unos repudiada y envidiada, para otros, en cambio, un espejo en el que mirarse. Tiene que lidiar su trabajo diario con estos odios, pero no se resiste a ser pisada, a que tiren su labor por el suelo, por eso ha derramado lágrimas solitarias de rabia y decepción y se ha vuelto a levantar con la cabeza alta.

De vuelta a casa, sueña con luces de barquitos, con alcanzar sus metas, con demostrar que es alguien más de lo que se ve por fuera. Limpia la cocina con garbo y rapidez, para preparar su clase de esta tarde en la universidad después de recoger a sus hijos en la guardería. Su predisposición al estudio y a atravesar barreras, de nuevo le traen problemas y se derrumba una vez más sobre su propia cama, a espaldas de su marido; está luchando sola contra el mundo y aún le quedan fuerzas para escribir su siguiente pensamiento, plasmado entre ahogos en papel mojado y buscando el éxito y el reconocimiento que realmente tiene. Ya ha dormido a sus hijos, y permanece en comunicación con el exterior, recibiendo y asimilando información, aprendiendo de todo lo que le rodea, y vuelve a añorar su mundo imaginario. Vuelve a soñar despierta, colgada de ese sentimiento interno que la tiene en vilo. Está triunfando por donde va pisando, y ella aún no se ha dado cuenta.

Dedicado a todas las mujeres trabajadoras.

César, 29 de marzo de 2008

1 comentario:

M. J. Verdú dijo...

Hola Césitar!
Veo que los dos tenemos más de un blog. Me encanta que estemos en los mismos.
Hoy precisamente te he comentado este mismo texto, pero como has tenido el detalle de aterrizar en Zona Iluminada te digo de nuevo que llegar a casa y repasar nuestros pequeños sueños, es algo que debiéramos hacer todos. Encontrar tiempo para nuestras pequeñas aficiones o sueños perdidos resulta maravilloso. Bienvenido a blogger.
Es encantador tenerte también aquí.

María Jesús Verdú-
www.mjesusverdu.com