Finalizó, acabó para mí el ajetreo.
Atrás dejo las voces, los cánticos, los brindis, las palabras de halago y
agradecimiento, los regalos, los abrazos,… Doy un beso a mis hijos y a mi
marido, y con un “hasta luego” me despido de ellos. Saben que en menos de una
hora volveré. Como cada 20 de agosto, abandono mi fiesta y me dirijo a la
playa. Es el momento más dulce y excitante que anhelo cada año. Mi vista
alcanza ya el paseo, en la zona más tranquila, donde casi no hay gente. Voy bajando
las escaleritas de madera que dan acceso a la playa. Mis pies ya se hunden en
cada paso. Me siento a escasos metros de la orilla, y rodeo las rodillas con
mis brazos en señal de ternura. El día finaliza en unos minutos y al igual que
Cenicienta perdió su zapato, me descalzo colocando los míos delante de mí,
alineados frente al mar. Cierro los ojos, y echo mi cabeza hacia atrás,
apoyando los brazos en la arena; mi cabello queda suelto, me evado de todo,
solo existimos tu y yo. Siento que estás cerca, muy cerca, lo intuyo. La brisa
marina se abalanza sobre mí y me dedica una caricia furtiva, como un beso
robado desde el cielo. El vello se me eriza e instintivamente hundo los pies
debajo de la tierra húmeda. Deseo mirarte a los ojos, saber que estás enfrente.
Me incorporo poco a poco y abro los ojos. Estás ahí, como en cada cita, cuando
te necesito. Tus cautivadores ojos y tu camisa blanca rompen la noche, y
despiertan en mi interior sensaciones increíbles, que hacen florecer las
primeras lágrimas en mis mejillas.
Se me
atropellan las palabras y con un nudo en la garganta, intento narrarte lo que
sentí durante todo un año sin verte. Tú, impasible pero tierna, escuchas atenta
y me aconsejas con el único sonido que las olas hacen muriendo a mis pies. Me
tiendes la mano ayudándome a levantar; nos acercamos hasta la orilla, y ya con
los pies mojados, me abrazas. El agua fría, rodea mis tobillos y tus brazos mi
cuerpo. Me uno a ti en cuerpo y alma en este mágico instante, fugaz y eterno.
Sueltas mi cuerpo, con delicadeza, acaricias mi rostro y me besas. Retrocedo,
paso a paso, sin dejar de mirarte. Estás tan lejos y a la vez tan cerca. No me
falles nunca, Luna.
1 comentario:
Simplemente sensacional. Me he quedado muda. Felicidades.
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