miércoles, 3 de diciembre de 2014

Un castigo ejemplar

Había escrito cien veces te quiero. En su silla, Elsa escudriña bajo sus gafas mi temblorosa escritura. Siento el rubor en la mejilla a la vez que arde el deseo de abrazar su cuerpo. Mis amigos me jalean y me animan en tono de mofa. La corbata ahoga mi voz y no soy capaz de girarme. Cierro los ojos con pensamientos obscenos, cuando siento su mano sobre la mía. ¡ Dame esa tiza ! La próxima vez que escribas esa frase en mi mesa, la escribes bien,- me regañó Elsa. Nunca fué tan gratificante escribir una falta de ortografía.

Concurso Relatos en cadena
Cadena Ser

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