lunes, 21 de enero de 2008

Mi historia del Cine

La primera vez que tuve conocimiento de lo que era el Cine, era yo muy joven, más o menos unos 7 años supongo. Para entonces creía que las bicicletas se paseaban con su luz delantera encendida por los pasillos de la sala y de vez en cuando enfocaban directamente a la cara de algún espectador. Ya me explicó mi padre que aquella luz entre la oscuridad no era más que la linterna del acomodador de turno, que por cierto en la actualidad en muchos cines brillan por su ausencia. Creo que la primera película que presencié fue E.T., el Extraterrestre, y salí eufórico y entusiasmado como si fuera yo el que hubiera paseado en bici tan cerca de la Luna. Esa era mi relación con el cine para entonces; Cine equivalía a ilusión, a magia, a palomitas con refresco, a paseo por Madrid, a montar en autobús, a aquel aroma tan típico a butaca de cine, pero sobre todo a soñar. Era auténtico.
Más adelante y en plena pubertad, la transcendencia de ir al cine fue creciendo. Quién no ha ido allí con su primer amor, invitado o pagando, a sentir ese enorme poder de atracción de la gran pantalla y conquistar a la mujer o el hombre de tus sueños. Después de una inocente merienda llegaba una espera impaciente en una larga cola, la mayoría de parejas, que leían con silenciosa voz los grandes carteles que anunciaban las dos proyecciones del día. Porque, seguro que recordáis, que no hace mucho tiempo la sesión era doble, otro encanto que ahora hemos perdido. Una mano en el hombro, quizás si hay suerte en la rodilla o permanecer las dos manos entrelazadas hasta que el sudor de ambas nos hiciera separarlas con una sonrisa forzada. Aquella mirada angelical en medio del film, sin cruzar palabra y de nuevo a seguir pensando en el amor sin prestar demasiada atención al argumento… Una escasa paga semanal, pero bien merecía la pena gastarla allí, vaya si lo merecía, porque con un poco de suerte y percha que tenía uno, la chica entraba a formar parte de tu vida amorosa después de aquella frase mítica: “¿Quieres salir conmigo?” jaja, ¡que tiempos¡ ahora ya no hace falta ir al cine ni tampoco hacer esa pregunta.
Ahora, tengo 33 años y Cine lo relaciono más con sentarme en el sofá, con descargarme una película de Internet o con palabras que usamos para significados totalmente distintos. Podemos escuchar “esta chica es de cine”, “vete al cine, chaval”, “esto es un alu-cine”, “el cine en casa”. Pero yo me quedaría con una frase sellada por Federico Fellini que dice: “El negocio del cine es macabro, grotesco: es una mezcla de partido de fútbol y de burdel”, ya que ahora interesa la taquilla, lo que cobra un actor o una actriz de renombre, los escarceos entre ellos, los premios Oscar, los premios Goya, etc., pero no interesa el premio al espectador, la fidelidad recompensada por ejemplo en unos precios moderados. Y encima nos achuchan con el canon digital, para que queremos más.
Me gusta mucho el Cine, pero ahora mismo no me gusta ir al Cine; esperaré sentado en mi sofá, con palomitas de microondas, y con un CD regrabable a encontrar de nuevo algún encanto a este maravilloso arte, el séptimo dicen, que por cierto y es pura casualidad nació tal día como hoy, 28 de Diciembre de 1893 en París. ¡ Vaya inocentada!

No hay comentarios: